La victoria final y la celebración esperan al pueblo de Dios. Cristo reinará para siempre con Su pueblo en un cielo nuevo y una tierra nueva. Este mundo futuro será muy diferente del universo contaminado por el pecado que conocemos hoy. Todas las cosas que nos causan dolor y tristeza ya no existirán, y todos los lugares estarán llenos de la presencia de Dios. Y mientras esperamos con ansia esta existencia futura, podemos disfrutar de la presencia de Dios aquí y ahora, pero solo si obedecemos la invitación de Dios a unirnos a Él donde está.