Una de las resoluciones de Año Nuevo más populares es cambiar un hábito particular para cambiar nuestras vidas. Pero ese cambio no es permanente y no es para bien en nuestro carácter y comportamiento. Si queremos cambiar la forma en que vivimos, tendremos que cambiar nuestra forma de pensar. Y para cambiar lo que pensamos, debemos cambiar lo que alimentamos nuestra mente. Es así de simple. Romanos 12:2 nos ayuda a ver qué, para transformar nuestra vida, necesitamos resistir las presiones de esta era y renovar nuestra forma de pensar alimentándonos con la Palabra de Dios.